domingo, 31 de octubre de 2010

Y a la séptima descansó.

Los miembros de Cáritas Nájera, para vergüenza y oprobio de los badulaques que nos gobiernan, han ayudado (durante unas seis semanas) en todas sus necesidades a las decenas de temporeros de raza negra, procedentes de Ghana, Malí, y Senegal, principalmente, dándoles alimentos para que ellos mismos se hicieran la comida; dinero para cubrir algunas imperiosas necesidades; ropas de abrigo para que se protegieran del frío, y por las noches, con la inestimable ayuda de ciudadanos anónimos, que voluntariamente se sumaron a tan loable empresa, cena, en los aledaños del frontón municipal, para que aguantaran un poco mejor las frías noches de otoño, durmiendo, por designio municipal, en cajeros automáticos, soportales, entradas a edificios y a la intemperie.
En la tarea del reparto de la cena, que previamente preparaban en casa de Antonio, llegaron a colaborar hasta veinticuatro najerinos, incluido algún niño, entre los que se encontraban Javi, Rosa, Domingo, Sofía, Mari carmen, Bautista, Conchi, María Jesús, Timoteo, José Félix, Tamara, Inma, Antonio… Y se les llegó a dar de cenar, hasta a ciento veinte temporeros.
Entre tanto, nuestros gobernantes, haciendo gala de su humanidad y altruismo, les negaron sistemáticamente el ¿Pabellón Multiusos?, el viejo Centro de Salud y el Frontón Municipal, para que pudieran dormir al resguardo, y tuvieran así un descanso digno.
La excusa a la que este año se han agarrado, ha sido la de: “Es que igual riñen y nos buscan algún lío.” La de otros años: “Que iba a tener efecto llamada.” Y la del año que viene: “¡Que se jodan, que no dan votos!”
Desde estas humildes líneas, doy mis más sinceras y afectuosas felicitaciones, a todos los que han hecho posible que estos pobres hombres, hayan recibido algo de calor humano, y generosas aportaciones.

Naturaleza muerta.

   Con desaprensivos como el que esperó a que las golondrinas tuvieran crías para tirarles el nido, seguro que “no volverán las obscuras golondrinas/ en nuestros aleros/ sus nidos a colgar/ porque en Nájera las matamos/ mucho antes de que echaran a volar. /
   Cuando presencié este condenable acto, aparte de la tristeza que provocó en mí, me acordé de cuando era niño y hacíamos escapa (no ir a la escuela) en invierno, unos cuantos de nosotros: paraguayín, picarra, cañitas… y nos íbamos a jugar a las cartas de las familias esquimal, tirolés, bantú… debajo del puente que había justo en el centro de lo que hoy es la calle que va de la pasarela al colegio de la Piedad (que no era otro que el de la cárcava), al calor de una improvisada fogata, poniéndonos morados de fumar celtas cortos, peninsulares y antillana, mientras cientos de golondrinas, posadas en los cables que cruzaban el fiero Najerilla, nos observaban ensimismadas, a ver quién de nosotros ganaba.
   Y hablando (tecleando, quiero decir) de las golondrinas y del puente de la cárcava, me han venido a la memoria también, las palizas que nos pegábamos al anochecer, tirándoles al aire un pañuelo blanco, con una piedra envuelta en él, a los murciélagos, con el propósito de atraparlos, en el “trinquete de la Juana.” Cuando alguien cogía uno, le ponía un cigarro en la boca y se lo fumaba.
    

sábado, 30 de octubre de 2010

Las Comedias.

Sin que ninguno de nosotros supiera de dónde venían ni cómo lo hacían, todos los veranos aparecían súbita y fugazmente los “comediantes” en nuestra ciudad, dispuestos a hacernos pasar unas horas increíblemente hermosas, contemplando embelesados la función que, bajo un cielo repleto de rutilantes estrellas, representaban gratuitamente para nosotros en la Plaza de España.
Llegaban por la tarde y, mientras nosotros jugábamos al marro o a la ía, ellos colocaban desgastadas colchas en los pilares de hierro que sujetaban la terraza de La Falange, atándolas con cuerdas arriba y abajo, para poner a continuación unos toldos (¿o eran mantas?) en los laterales, haciendo así de la carretera un improvisado camerino donde cambiarse a la hora de la actuación, sin que su intimidad fuera violada por alguna lasciva mirada.
Después de cenar, a las diez de la noche, aproximadamente, la Plaza se llenaba totalmente de sillas de anea que los mayores habían llevado de sus casas para ver más cómodos las “comedias”, mientras nosotros, sin ningún pudor, nos colocábamos sentados en el suelo delante de ellos, invadiendo claramente el espacio reservado para los artistas, porque todos queríamos ver de cerca los vuelos del vestido de nuestra querida chica (ya le habíamos echado el ojo por la tarde) que, al bailar dando vueltas, nos mostrarían generosamente sus bragas, y las mallas que bajo una especie de traje de baño llevaba por medias, dejando al descubierto unas magníficas piernas.
Cuando andábamos todos a hostia limpia ya (¡A ver quién cedía ante semejantes perspectivas!), aparecía el padre de la chica y, micrófono en mano, nos anunciaba en qué iban a consistir las “comedias”: Chistes, canciones, bailes, contorsionismo, juegos de cartas y malabares…, dando comienzo a la función con un pasodoble interpretado por su mujer y su hija, acompañadas al acordeón por el abuelo de la familia.
En el descanso, con una sonrisa que iluminaba toda la plaza, madre e hija vendían boletos para una rifa, en la que el afortunado (siempre eran los hombres quienes los compraban) se llevaría una botella de brandy 501, o una de anís El Mono, o una caja de farias, o cualquiera otra bagatela. Durante la venta, que a nosotros se nos hacía eterna, ambas dos repetían: “Venga, señores, que nos quedan muy pocos ya (nosotros veíamos miles todavía). “Compren, compren, que se acaban”. Y así hasta que los vendían todos de verdad, y una mano inocente, elegida de entre el numeroso público, le alegraba la noche al afortunado.
Después, concluido el ritual de la rifa, del cual hay que señalar sin más tardanza, dependía la subsistencia de la familia, volvía a repetirse lo de la primera parte: Chiste, bailes, juegos…, hasta que, a punto de dar las doce en el reloj de la torre de Santa María La Real, los comediantes daban por finalizado el espectáculo, cometiendo la gran torpeza de anunciar que iban a pasar la bandeja; revelación ésta, que hacía que los mayores salieran de estampida de la plaza, con las sillas a cuestas.
Después, mientras los najerinos íbamos retirándonos a nuestras casas más contentos que “chupín”, los comediantes, visiblemente enfadados por nuestra tacañería, desataban y descolgaban aceleradamente las colchas de la terraza de la Falange y, como por arte de magia, una vez recogido todo, desaparecían de nuestras vidas, dejando la plaza totalmente vacía.
Cuando estos nómadas (saltimbanquis, los llamábamos) dejaron de venir, hicieron su aparición en nuestra ciudad “los de la cabra”: Una familia de quinquis que, a golpe de trompeta hacían que una escuálida cabra subiera y bajara por una escalera de tijera, realizando toda suerte de equilibrios en lo alto de ella, mientras una niña descalza pasaba el plato entre la concurrencia.
Hoy, después de un montón de años de lo aquí relatado, cuando al ir a repartir el correo tengo el privilegio de encontrarme con una pareja joven (seguramente gitanos), que ameniza de cuando en cuando nuestras calles con un oreganillo transportado en un carro, mi corazón rebosa de felicidad y me siento el hombre más afortunado. ¡Benditos sean por siempre, pues, saltimbanquis, quinquis y gitanos!
Artículo publicado en mi libro, “Recuerdos de infancia.”

jueves, 28 de octubre de 2010

Ironías.

El nuevo puente sobre el maltratado río Najerilla, va a ser bautizado (de hecho lo ha sido ya) con el pintoresco nombre de "Los Pescadores." Y para hacerle honor a dicho nombre, nuestra ínclita alcaldesa, a pesar de haber sido advertida de que ése es un tramo truchero por excelencia; de que fue repoblado con alevines de trucha la semana pasada, y de que para meter máquinas en el río hay que pedir los pertinentes permisos, además de tener que contar con la presencia de Guardas Forestales que dirijan las obras, desvíen las aguas, o cojan las truchas del tramo del río en el que se va a actuar, no sólo las ha metido, pasándose por el arco del triunfo todos los avisos, sino que está arrasando con todo: Flora y fauna del río, mimbreras, chopos y vegetación de ribera, y todo lo que le huela a Naturaleza, dejando el lugar, tal y como demuestra la fotografía, totalmente arrasado. ¡Con un par! ¡No habrá quien detenga a esta depredadora!

II Otoño Cultural Najerillense.

   Por segundo año consecutivo, la Asociación Amigos de la Historia Najerillense, celebra su particular otoño cultural, celebrando un ciclo de conferencias, tendentes a la investigación y difusión de la historia y la cultura, en una época del año en la que apenas hay actividad cultural en nuestra ciudad.
   Las conferencias se celebrarán los días 4, 11 y 18 de noviembre, en el salón de actos de Cajarioja, a las 20 horas, siendo el acceso libre.
   Los ponentes serán los siguientes:
DIA 4, Don Miquel Ylla-Catalá i Genis, Presidente de la Real Academia de Farmacia de Cataluña, e investigador del Museo Cusí de Farmacia, donde se encuentra la botica perteneciente al Monasterio de Santa María La Real, que se compró en 1.921 y se instaló allí en 1.929, que nos hablará sobre “La Botica del Monasterio de Santa María La Real.”
DIA 11, Doña M. Cruz Garrido Pascual, colaboradora de Skolástika, donde ha realizado trabajos sobre literatura oral, multiculturalidad y feminismo, nos hablará sobre “El corro de las niñas, el círculo de las mujeres. Un repaso al juego del corro como elemento de la cultura femenina.” Asimismo, nos presentará su trabajo de campo de recogida de canciones tradicionales, para analizar la información que transmiten sobre la historia de las mujeres.
DIA 18, Don Miguel Zapater Cornejo, que nos expondrá su investigación sobre M. Agustín de Heredia, un emprendedor riojano, que se convirtió en un importante empresario industrial y comerciante, a finales del siglo XIX. Un tema que lo relaciona con el actual Plan Riojano de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación.

Colocando que es gerundio.

El pasado domingo 3 de junio, en un rasgo de generosidad sin precedentes, el mismísimo Presidente de La Rioja, don Pedro Sanz, para cumplir con uno de los actos programados dentro de la celebración del “Día de La Rioja”, y acallar así las voces de los cantamañanas de los ecologistas, que van diciendo por doquier que los miembros del Partido Popular se van a cargar el Paseo, tuvo la deferencia de venir a nuestra ciudad a destapar un monolito conmemorativo del “25 Aniversario del Estatuto de La Rioja”, y a colocar 25 árboles de porte alto, que formarán lo que ya es conocido oficialmente como el “Bosque del Estatuto”.
Hecho lo cual, nuestro Presidente, visiblemente emocionado y cansado por tan altruista esfuerzo, hízoles las siguientes declaraciones a los representantes de los medios de comunicación riojanos: “Colocar un árbol es colocar esperanza, porque tiene vida. Se hunde en las raíces de nuestra región, y se alimenta de lo que es propio de nuestra tierra. Y eso va a justificar y dar el fruto de la calidad de vida y bienestar del pueblo riojano. Por lo tanto, lo que hacemos hoy en Nájera con estos árboles, es mirarnos a nosotros mismos; profundizar en lo que tenemos, y valorar y sacar lo mejor de nuestra tierra.”
Por consiguiente, señores ecologistas, dejen ustedes de babear y de frotarse las manos por haber colocado el citado Bosque donde van a ser talados miles de árboles, porque nunca podrán culpar a los miembros del Partido Popular de cargarse ningún Paseo, ni ningún Bosque, ni ningún Parque. Porque ellos, previsores que son, colocan los árboles para poder recolocarlos, cuando la cosa lo requiera, en cualesquier otro sitio (siempre que no se hayan hundido ya, claro). Y además crean Bosques pequeñitos, de veinticinco árboles, aprovechando para ello una rotonda de un solo vial, para no desperdiciar tanto terreno. Y no como ustedes, que además de plantarlos (que ya es mala leche), lo hacen como sin conocimiento. Y claro, cuando hay que construir algo, como ocurre ahora mismo en nuestra ciudad, el Ayuntamiento se ve en la dolorosa necesidad de talarlos por miles, porque en lugar de haberse hundido en las raíces de nuestra región, los muy cabritos han subido hasta el cielo.
Y han de saber también, que lo de colocar veinticinco árboles no es casual, porque, además de ser veinticinco los años que lleva aprobado el “Estatuto de Autonomía de La Rioja”, veinticinco son también los kilómetros que nos separan de Logroño. O sea que, en lugar de andar por ahí despotricando contra los probos populares, cuando ustedes y todos los najerinos tengan que bajar a Logroño (que tendrán que ser miles de veces) a ser visitados o atendidos en el Hospital San Pedro, aprovechen el viaje y se den un paseo por el maravilloso Parque del Ebro, que para eso lo tenemos.
Y de este modo, nuestros gobernantes, al ahorrarse muchas hectáreas de tierra, muchos médicos, mucho tiempo y mucho dinero, igual pueden colocar algunos arbolitos más, y de paso a algún otro concejal, para poder llevar mejor los asuntos internos.
“Artículo publicado en la “Crónica de Nájera,” en Junio de 2007.”

Padre nuestro de la Naturaleza.

  
   Padre nuestro que estás en el bosque, en el mar, el desierto y la ciudad. Santificada sea tu creación, pletórica de desarrollo, fuerza y vida. Venga a nosotros tu sabiduría, para proteger y desarrollar la belleza que se nos ha dado, que está en la flor y el arco iris, en el agua y la fértil madre tierra, en el cálido aliento del sol y en la fresca oscuridad del descanso. Hágase Señor tu voluntad, para que seamos los hombres a tu imagen y semejanza, los que asumamos el reto de mantener el proceso vital de tu creación. Danos hoy el verdor de cada día, en el prado y en el monte, en el jardín y en la tierra que agoniza. Perdona nuestra irresponsabilidad, al no cuidar de la tierra que nos has dado. Como nosotros, por tu amor, perdonamos a los contaminadores, y les instamos con vehemencia, que abandonen su trabajo de destrucción. Y no nos dejes caer en la desertización, que a la muerte conduce, que niega tu obra, y aniquila la vida.
Y líbranos del conformismo, para que se transformen nuestras vidas, en fuerza dinámica, que reproduce la vida. AMÉN.   San Francisco.

miércoles, 27 de octubre de 2010

¡¡Error histórico!!

En la mañana de ayer, el Presidente de La Rioja, Pedro Sanz, acompañado de la alcaldesa de la ciudad, Marta Martínez, y otras autoridades, estuvieron comprobando in situ, cómo se le daba el pistoletazo de salida, a la mayor tropelía que se ha cometido nunca en Nájera.
Pretender construir una piscina cubierta, en un edificio de 4.423 metros cuadrados, con tres vasos de piscina, gimnasio, salas de máquinas de musculación, sala de usos múltiples, y una cafetería, es una locura, en cualquier lugar de nuestra ciudad, pero construirla en el sitio más emblemático; en el más querido y concurrido; en el más valioso y señero, es simple y llanamente, “un error histórico.”
Porque no hay que olvidar, amigos míos, que para que esta piscina cubierta sea rentable, hacen falta unos 1.300, 1.400 abonos; y mucho me temo, que, cuando esas señoras que han jaleado a la alcaldesa para que la construyera, creyendo que iba a ser gratis, se enteren de lo que cuesta un abono, no sean dos docenas de personas las que se abonen. Con lo cual, la Empresa adjudicataria denunciará el contrato, y nuestro ilustre Ayuntamiento, adquirirá una deuda, además de insalvable, insufrible.
Pero la cosa no queda ahí, porque obviamente, la UTE contratada urbanizará el entorno, construyendo seis pistas de pádel, una de skateboard y dos mesas de ping pong, entre la piscina y la plaza de toros. O sea, que, amigos míos, yo que vosotros, cogería la cámara de fotos y me iría más que pitando a fotografiar lo que queda del Paseo, porque ése será vuestro único recuerdo. Requiescat in pace, el Paseo.
DATOS: Metros cuadrados: 4.423, del edificio, más 4.ooo de urbanización.
Importe de la Obra: 5.700.000 euros, más 500.000 de equipamientos.
Financiación: 4.280.000 euros, el Ayuntamiento de Nájera, y el resto, en un período de seis años, también el Ayuntamiento. Destinando los 324. 112 euros del Convenio de Cabeceras, correspondiente al año 2.011.

El Paseo.

Al igual que mi bienamado río Najerilla, el Paseo significó tanto para nosotros, que escribir sobre él me produce más dolor que placer, por lo que en nuestros tiempos fue y representó y por lo que ahora mismo es y representa.
En la época de la que les hablo, el Paseo lo conformaban interminables hileras de “plataneros” (en realidad se llaman plátanos), dos de ellas a los lados y una en el centro, flanqueadas por árboles gigantescos y centenarios, en la parte de abajo, del Camping El Ruedo hasta la estatua de San Fernando, y por frondosas choperas en la parte de arriba, del Camping hasta el conocido como Molino de San Julián, donde se juntaba con feraces huertas, flanqueadas también por frondosas choperas. Sólo el riachuelo conocido como “muelo”, separaba al uno de las otras.
La plantación, a pesar de lo que hoy puedan pensar algunos iluminados, estaba hecha de una forma tan sabia, que en los calurosos meses de primavera y verano disfrutábamos de una umbría deliciosa, y en los fríos meses de otoño e invierno gozábamos del reconfortante calorcillo que los divinos rayos de sol que por él penetraban nos proporcionaba, gracias a que tanto las frondosas choperas como los gigantescos y centenarios árboles que lo flanqueaban eran de hoja caduca, para que este milagro en cada estación se produjera.
Hoy, desgraciadamente, lo que de él queda es una triste y grotesca caricatura, y mucho me temo, que en muy poquito tiempo, si alguien no lo remedia, nuestros nietos tendrán que recurrir a las hemerotecas para tener sobre él alguna referencia.
Pero volviendo al relato, que es lo que de verdad importa, como ya les conté a ustedes en “recuerdos de infancia”, desde muy chiquiticos acudíamos a él a jugar, a bailar, a pasear, a dar las vueltas, a vivir los recreos... Después, cuando fuimos más mozos (aún le robábamos las rosas más hermosas a mi caro Don Emilio, para dárselas a las chicas como prenda de amor, mientras les estampábamos un largo y apasionado beso en la boca), sobre todo en verano, pasábamos horas y horas sentados en alguno de sus bancos, contemplando a las chicas que por él paseaban bajo la luz de la luna (las bombillas de las farolas estaban siempre rotas), mientras nos metíamos entre pecho y espalda un montón de bolsas de pipas Facundo, sin que nos importara ni mucho ni poco que el toro se hubiese ido de este mundo sin probarlas.
Los domingos y festivos, antes de entrar a bailar al San Fernando, a pleno sol, subíamos y bajábamos por él cantidad de veces, luciendo nuestros cuerpazos toreros, con la intención más que clara de ligarnos a alguna de las muchas jovencitas que, al igual que nosotros, paseando y disimulando, querían conocer (elegir sería más correcto decir) a la luz del día, a quien iba a estar con ellas durante más de dos horas, bailando bien arrimaditos en la penumbra de la sala, hasta que la estruendosa música de “suelto” y las delatadoras luces que anunciaban el final, de las nubes los bajara.
A veces, queriendo emular a “Tarzán”, nuestro héroe de la infancia, intentábamos recorrernos todo el Paseo por lo alto, sin pisar el suelo, pasando de plátano a plátano por las ramas. Huelga decirles a ustedes, que a pesar de los muchos que había y de lo juntas que tenían sus ramas (estaban casi emparradas), nunca conseguíamos la hazaña. No obstante, por aquello de la terquedad que esa bendita edad lleva aparejada, buscábamos una rama delgada y consistente cerca de algún banco, y nos dedicábamos, lanzándonos (desde el banco, se entiende) por los aires para asirla, a columpiarnos y... a rompernos la muñeca, el brazo o una pierna.
En alguna ocasión (esto que no salga de aquí, ¿eh?), cuando ya había anochecido y estábamos hartos de hacer el zángano, saltábamos la valla de la piscina y, en pelota picada, nos dábamos luengos y refrescantes baños bajo la luz de la luna, tirándonos del trampolín haciendo en el aire toda suerte de piruetas. Esta hermosa aventura, empero, duró muy poco tiempo, porque algunos energúmenos (en todo tiempo los hubo) que nos vieron u oyeron, entraron un par de noches a la envidia cochina, y lo dejaron todo cual si hubiera pasado por allí el caballo de Atila, por lo que, a partir de aquellas noches fatídicas, siempre estuvieron vigilándola los policías.
Una tarde de sábado o domingo, no lo recuerdo muy bien ahora mismo, cuando más personal había en el paseo, tras desnudarnos tranquilamente en la estatua de San Fernando, y dejar bien colocadita la ropa alrededor de las cadenas, ante la estupefacta mirada de la gente, celebramos una carrera en calzoncillos que terminó, como era de esperar, cogiendo nuestras ropas como pudimos, y saliendo pitando cada cual por un sitio, porque alguna persona mayor había llamado a la policía. Ya saben ustedes, que para estas personas, ser joven es una ironía.
De los escarceos amorosos que en él y en sus frondosas choperas vivimos, para no repetirnos, ya les hablaré a ustedes en otros relatos. Baste decirles por ahora, que en nuestra ciudad siempre se dijo, que los Plátanos del Paseo están todos torcidos de tanto remar (o empujar, como ustedes quieran) sobre ellos las parejas.
Fueron tantas y tan hermosas las cosas que en él vivimos (desgraciadamente hoy se vive de espaldas a él), que podría escribir un inmenso libro, y aún no le haría justicia.
Ahora mismo, cuando estoy clasificando el correo y por casualidad suena en mi pequeño transistor alguna canción de los Beatles (esta música estaba íntimamente ligada a él), siento irrefrenables deseos de salir de mi casa corriendo, al encuentro de amigos que me esperan en el Paseo. Amigos a los que he querido con toda mi alma (alguno de ellos ya ha muerto), y que sin embargo, a pesar de estar con ellos durante años, jamás me atreví a decírselo. Amigos de los que no disfruté en toda su plenitud, porque nunca fui el protagonista de aquellas maravillosas vivencias, sino un simple testigo. Amigos a los que nunca abracé, por más que hacerlo hubiese querido. Amigos con los que compartí muy poca cosa, a pesar de creer que lo compartí todo. Amigos, en fin, que nunca sabrán cuánto los quise y los quiero. Cuánto los recuerdo y añoro, riendo y llorando con ellos, en mi más íntimo y sagrado silencio. Daría gustoso mi vida por volver a estar con ellos, aunque sólo fuera un momento, para abrazarlos, besarlos y confesarles a la cara, estos hermosos y dolorosos sentimientos.

"Apatrullando la ciudad."


La Policía Local de Nájera, ha estado en la mañana de hoy, en el Colegio SanchoIII, enseñándoles a los niños, cómo manejar un coche de policía, en todas sus variantes. Huelga decir, que los niños se lo han pasado como los indios.

martes, 26 de octubre de 2010

¡Las Leyes no son para mí!

Esto es lo que debe pensar nuestra ínclita alcaldesa, que, una vez más, saltándose a la torera todos los procedimientos legales, ha metido dos máquinas excavadoras en el cauce del río Najerilla, aguas abajo del puente de piedra, para construir una escollera que proteja de las posibles crecidas del río, la avenida que ha construido (decir acera sería quedarse cortísimo), desde el conocido como “Puente de los pescadores,” hasta el puente de piedra.
De nada sirve que le digan que no es posible hacerlo; que repoblaron hace apenas una semana ese tramo de río; que espere a obtener los pertinentes permisos… ¡qué coño más da! ¡Como no le van a hacer nada! En el peor de los casos, si los cantamañanas de los ecologistas la denuncian, obtendrá la protección del Gobierno de La Rioja, y un tironcito de orejas de la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro), en forma de multa de unos eurillos. O sea, ¡lo de siempre!
Lo de esta mujer no tiene nombre: Primero construye una Residencia de Ancianos y un Pabellón Multiusos, en una “zona inundable.” Después, una Plaza de Toros en la margen derecha, a escasos metros del río, cuando estaba en marcha un Proyecto de “deslinde de riberas” que, en algunos tramos abarcaba trescientos y cuatrocientos metros de anchura desde el eje del río. Enseguida comenzará las obras de la construcción de la “macro Piscina Climatizada,” igualmente en la ribera del río… Y luego, cuando pase como en Biescas (parece que la estoy viendo), declarará toda compungida: ¡Quién lo iba a pensar! ¡Quién lo iba a decir! ¡Quien se podía imaginar! Y por supuesto: ¡¡Yo no he sido!!

Vergüenza ajena.

Lo que ha estado ocurriendo este verano en nuestra ciudad causa vergüenza ajena. Es verdaderamente bochornoso observar cómo estos corifeos del partido popular nos gobiernan del modo más abyecto. Pero lo es muchísimo más aún, ver cómo nos tratan a diario a los najerinos de tontos.
Se permiten la licencia de apropiarse de una obra financiada en su totalidad por el Gobierno de España, con cargo al Fondo Estatal de Inversión Local, presupuestada en casi un millón de euros, inaugurándola cual si fuera su nueva sede, posando todos muy juntitos y satisfechos en la fotografía que con nuestro dinero nos hicieron llegar a nuestros domicilios, y descubren, además, una placa, que para nada se merece, del Presidente de algunos riojanos, que no de todos.
A las pocas semanas de tan espurio hecho, en las “jornadas de puertas abiertas” de la Escuela Infantil de Primer Ciclo, “Reina Estefanía de Nájera”, celebradas los días 1 y 2 de Septiembre, presupuestadas en casi millón y medio de euros, vuelven a las mismas, y, sin cortarse un pelo, reparten trípticos a todo color, en los que los najerinos y forasteros que la visitaron, pudieron leer que dicha escuela ha sido financiada, en su totalidad, por el Ayuntamiento de Nájera, y por el Gobierno de La Rioja- Educación, Cultura y Deporte, dejando fuera, al igual que con el nuevo Ayuntamiento, al Gobierno Central, que la financia en más de un treinta por cierto.
No contentos con ello, el día 9 de septiembre, inauguran oficialmente la Escuela Infantil, y reparten a todo correr, esa misma tarde, unos panfletos como los del Ayuntamiento, poniendo, además de que sólo la financian ellos, Ayuntamiento y Gobierno de La Rioja, que “dicha Escuela se convierte así en un lugar diseñado con el máximo cuidado de los detalles y con escrupuloso respeto a las normas de seguridad.” ¡Casi nada! Y encima, siempre aparece algún cantamañanas sacándoles pecho.
Pero de lo que no pusieron absolutamente nada estos majagranzas (¡ni lo van a poner!), es de las gestiones que han realizado para quitar de allí, en el menor plazo de tiempo posible, la Estación de Telefonía Móvil, el casetón-transformador y las torres de alta o media tensión que la rodean, que constituyen un peligro muy cierto.
Tanto es así, que me extraña sobremanera el hecho de que, aún habiendo leído en la Crónica de Nájera, “que estudios de científicos de todo el mundo, demuestran los efectos adversos no térmicos, provocados en los seres humanos por las radiaciones electromagnéticas, como cefaleas, insomnio, alteración del comportamiento, ansiedad, depresión, cáncer, leucemia infantil, alergias, abortos, enfermedad de alzheimer, malformaciones congénitas, etc.,” algunos padres hayan llevado allí a sus niños, y que el Consejero de Cultura y el Presidente del Gobierno de La Rioja, ¡nada menos!, sean capaces de corroborar con su presencia, que la ubicación de la nueva Escuela, es inocua, y que se ha hecho con el máximo respeto.

lunes, 25 de octubre de 2010

Muralla Medieval

Cuando se construyó el edificio de la “Estación Real,” en el solar en el que durante muchos años estuvo ubicada la “Estación de Servicio Bartolomé” (o sea, la gasolinera), frente a la actual Estación de Autobuses, el Ayuntamiento tuvo que modificar las Normas Subsidiarias (hoy, Plan General Urbano), para regularizar toda la manzana. Gracias a esa regularización, el promotor hizo una donación de 36.000 euros, que, por exigencia de la entonces concejal del FORO, Gloria Moreno, debían ser destinados a la rehabilitación de la muralla existente en la Calle Las Parras, y a la compra de los terrenos particulares.
Para entonces, Gloria ya había conseguido la realización de un Estudio Histórico de la muralla, así como la aprobación y el visto bueno de Patrimonio para su rehabilitación.
Pero como ocurre siempre que en esta puñetera ciudad tratamos asuntos de nuestro Patrimonio, a pesar de haberse aprobado en Pleno la rehabilitación y la compra de terrenos, los 36.000 euros se gastaron ¡vaya usted a saber en qué! y la muralla se va desmoronando a pasos agigantados, en el más absoluto de los silencios.
Curiosamente, cuando se desprendieron del monte Malpica cientos de toneladas de piedras sobre el “Mesón La Judería,” regentado entonces por Teodoro Ochoa, no dañaron para nada el tramo de muralla, a pesar de que parte de ésta hacía de tabique trasero de dicho Mesón. Lo que viene a demostrar, queridos míos, que lo que no puede destruir ni el rugir de la Naturaleza, lo destruimos tan ricamente los najerinos.

domingo, 24 de octubre de 2010

Eliminado el peligro del Palacio de los Rodezno.

La semana pasada, dos operarios de una empresa particular, procedieron al desmonte de los canalones y de las repisas de los balcones del conocido como “Palacio de los Rodezno,” eliminando así un serio peligro para los viandantes. Hay que tener en cuenta, que esta casa se halla en dos de las Calles más importantes de la ciudad, y consiguientemente, las más transitadas.
Esta casa consta de tres plantas en sillería, rehecha la inferior, con vanos adintelados de placa, oreja, balcones y herrajes del siglo XVII, y escudo en esquinazo a la Calle Mayor, sobre Cruz de Calatrava, cuartelado primero de cinco cabezas de moro y brazo armado, segundo de torre, tercero terciado en palo de bandas, tres lises y león rampante a árbol y medio partido de espada tronchada por banda, cuarto de tres lises tronchado por banda, y quinto en punta de ondas el todo con bordura de aspas. Estaba construida ya para el año 1.675, por don Francisco Marín de Rodezno.
En sus bajos estuvieron ubicadas durante muchos años, la tienda “Almacenes Hidalgo” y el “Windy Bar,” en la Calle Cuatro Cantones, y en la Calle Mayor, además de un tercio de la misma tienda: “Almacenes Hidalgo,” la lóbrega tienda de la Angelita, en la que se vendían botijos, huchas, tiestos y cazuelas de todos los tamaños, hechos con barro, además de cucharas y toda suerte de útiles de madera, vino, gaseosa, atún en aceite y algunos productos más. Muchos años después de que esta tienda cerrara, mi amiga Chuchi y su marido, Victoriano de Santiago, pusieron allí una churrería, para seguir la tradición del señor Leandro Ochoa, padre de la primera.
Pero a mí, lo que mayor impronta me dejó, tal y como ya dejé fielmente reflejado en la “Crónica de Nájera,” en el apartado “Recuerdos de juventud,” fue el “Windy Bar,” regentado magistralmente, por los hermanos Ochoa Lacruz: Félix, Leandro, Gregorio (Chogo) y María Jesús.

sábado, 23 de octubre de 2010

Instinto maternal.


Si se calla el cantor, pretende ser una partitura en blanco, en la que todos nosotros podamos escribir la canción que más nos guste, independientemente del género al que se refiera, y de lo mucho o poco que desafinemos. Nadie tiene peor oído que yo para la música. Por consiguiente, amigos míos, no me valen excusas. O sea, que ya sabéis: "Todos a componer canciones, a ser posible de amor, para que nadie acalle al cantor."
Para empezar, voy a incluir una fotografía muy simpática, de una pobre oveja, que tiene tan agudizado el instinto de madre, que ha estado semanas y semanas dándole calor a un humilde columpio, hecho con las cabezas de dos corderitos. Lo que me recuerda una de las típicas estampas que veía yo cuando era joven, en la gasolinera.
Se trata de la que protagonizaba de vez en cuando, el difunto Salvador Fernández, acompañado de sus hijos, Justi y Salva (José Ignacio estaba menos), cuando se dedicaba a sacar las pieles de oveja secas, guardadas en el almacen de la Plaza de La Estrella, junto al "Arco," para prensarlas en una prensa de madera (creo que era de haya), compuesta de dos armazones (uno de encimera y otro de bajera, con unas ranuras para meter en ellas gruesas cuerdas) cuatro puntales cilíndricos, y una palanca, también de madera, con la que, una vez puestas en la plataforma, las estipuladas por Salvador padre, las prensaban y hacían grandes fardos, que más tarde cargaban en un camión, diciéndonos a todos los curiosos, "que se acabó la función."