lunes, 2 de mayo de 2011

¡A ver si nos aclaramos!

Botellón a la entrada de la Parroquia de Santa Cruz.
   Por ir descartando cosas, respecto al tema que se ha convertido en estrella, sin nadie quererlo, he de deciros, Cantores míos, que, tal y como demuestra esta fotografía, tomada hace casi cuarenta años, los jóvenes de ahora no han inventado nada, ya que mi cuadrilla "Los Golfos" y yo, junto con unos amigos, ya celebrábamos botellón (en la fotografía se ven por lo menos cuatro botellas), incluso en las escalerillas de entrada a la Iglesia. Remontándonos a la niñez, recuerdo con claridad meridiana, que cuando algún niño comía mal, sus padres le daban Quina "San Clemente", porque según decía el anuncio radiofónico: "Daba unas ganas de comer". Si no tenían fijador en casa, a algunos niños les daban en el pelo cerveza (también se hacía, creo, para aclararlo), y de vez en cuando, merendabas pan con vino y azúcar. Cuando eras un poco mayor, los catarros los curabas con leche bien calentita, con un buen chorretón de coñá. Demostrada, pues, nuestra familiaridad con el alcohol, desde niños, paso ahora a desmontar la responsabilidad de los padres. Mis bienamados padres, Benedicto y Celina, por ejemplo, no fumaron ni bebieron nunca, y nadie podrá decir, sin faltar a la verdad, que tuvieran ningún vicio. Pues bien, yo, Cantores míos, sin haberlo visto jamás en mi casa, fumé como un carretero, bebí sin conocimiento, hice otras cosas (no las digo porque sé que entran al blog jovencitos) como un poseso, me jugué las perras al poker como si me fuera la vida en ello, y, finalmente, tuve todos los vicios que un joven podía tener en aquellos tiempos. ¿Puede alguien, por ventura, culpar a mis padres de ello? ¡Rotundamente no! Así que, dejémoslos en paz, que es como tienen que estar, y centrémonos en lo que, a nuestro juicio, ha podido inducir a los jóvenes de ahora, a practicar este viejo vicio.