viernes, 20 de mayo de 2011

A María Eugenia.

Tampoco esto lo hubiera hecho yo, por más legal que sea.
Querida Amiga María Eugenia, como dejó escrito Platón: “El poder no es un placer ni un medio de proporcionar ventajas a los gobernantes, sino una espinosa misión consagrada al servicio de la humanidad”. Esta hermosa, profunda y certera Cita del sabio Platón, es la que nos diferencia a vosotros y a mí, o a Marta y a mí, como tú quieras. Vosotros, o Marta, respetando esta prostituida verdad, no duraríais o duraría, ni un solo día en el Ayuntamiento. Y yo, empero, no me presento precisamente por ella. Me explico. Yo tengo dos cositas pequeñas, insignificantes, casi, que se llaman “Dignidad” y “Conciencia”. Y son estas dos cositas, desconocidas para vosotros o para Marta, las que me condicionan para presentarme para alcalde, porque mi tiempo en esta vida es ya muy limitado, y no puedo dedicárselo a la humanidad. O por lo menos, no en su totalidad. Y, acogiéndome a la filosofía de la antedicha Cita o Sentencia, yo no convertiría el Ayuntamiento en una Empresa de Trabajo Temporal (ETT), para colocar a todos los míos, ni utilizaría jamás el poder para premiar a unos ciudadanos y castigar a otros, como ha hecho ella. Ni podría darle trabajo a un amigo ocioso, habiendo un ciudadano que lo necesita más que él, como hace ella. Ni perseguiría de un modo infame e inmisericorde, a las Asociaciones que llevan medio siglo luchando por la conservación de nuestro Medio Ambiente y nuestra Historia (léase GEN y Amigos de la Historia Najerillense), por el hecho de no compartir mis ideas, como hace ella. Ni me saltaría las leyes a la torera, como hace ella. Ni podría dormir tranquilo sabiendo que muchos de mis ciudadanos, incluida una Guardería, corren un peligro cierto por estar bajo el radio de acción de la contaminación electromagnética, como duerme ella. Ni sería capaz de cargarme del modo más temerario y abyecto, el divino tesoro (léase Paseo) que nuestros antepasados nos legaron para que nosotros se lo legáramos en perfecto estado a nuestros nietos, como lo es ella. Ni construiría edificios, desoyendo los consejos de entendidos y de Técnicos, en “zonas inundables del río Najerilla”, como construye ella. Ni sería capaz de tener todas y cada una de las calles de la ciudad, en el estado más lamentable, como las tiene ella. Ni podría miraros a la cara a los ciudadanos, sin que se me cayera de vergüenza, si me estuviera dejando morir de asco y de desidia nuestro otrora glorioso Casco Histórico, como nos mira ella… Y así, querida Amiga María Eugenia, podría estar toda la tarde enumerándote cosas que yo no haría jamás, y que Marta, empero, sin hacerlas, no podría permanecer en el Ayuntamiento ni un solo día. Y te ahorro y me ahorro, lo más vergonzoso, infame y abyecto de todo: ¡Cómo consigue ella muchos de los votos! Como puedes ver, Amiga María Eugenia, tengo razones de peso para no presentarme a las elecciones. Pero también las tengo para poder expresarme en libertad, y poder criticar, condenar y denunciar, todo lo criticable, condenable y denunciable, porque yo fui uno de los que lucharon por conseguirla. Abrazos sinceros.