lunes, 27 de febrero de 2012

Pan para hoy y hambre para mañana.

   Señores gobernantes, privatizar la gestión del agua nunca puede ser bueno. Y mucho menos aún, si se hace para salir del excesivo endeudamiento que tenemos. El pasado viernes 24 de febrero,  a una hora intempestiva, aprobaron ustedes, con el voto en contra de la oposición, los pliegos para la licitación del servicio de gestión integral del agua a la ciudad. O sea, que una empresa privada lleve el suministro del agua, así como el servicio de abastecimiento y canalización de residuales y pluviales del alcantarillado y la gestión, durante veinticinco años, a condición de que ésta le entregue al Ayuntamiento 1,4 o 1,6 millones de euros, para destinarlos a obras de interés general de la ciudad, así como un canon anual variable del 5 al 10 por ciento de la recaudación. El voto en contra de la oposición no fue tanto “por si el pliego de la ‘Gestión Integral de los Servicios de Agua y Alcantarillado’ es o no el correcto, está completo, o es económicamente rentable para el Ayuntamiento y por ende para los vecinos”, cuanto porque, a su entender, “lo que persiguen con esta privatización es conseguir la  financiación que les hace falta para la piscina cubierta, por la nefasta gestión que los de su partido (el PP) han hecho con esta obra”. Pero no es solo esto lo que debe condicionar el apoyo de la oposición a una propuesta como esta. Cuando a una empresa se le adjudica el suministro del agua por tres o cuatro años, ésta, por la cuenta que le tiene, se desvive por ofrecernos a los ciudadanos un servicio de calidad, para que el Ayuntamiento, una vez vencido el plazo, le vuelva a renovar el contrato. Pero cuando se le adjudica la “Gestión Integral de los Servicios del Agua y Alcantarillado”, por la friolera de veinticinco años (para entonces la mayoría de nosotros ya estaremos muertos), la empresa puede convertirse inmediatamente en un monopolio que nos tenga cogidos por la entrepierna, y pueda, con todo el descaro del mundo, mandarnos a hacer puñetas cuando vayamos a quejarnos de algo que a nuestro entender no esté bien hecho. Y mucho más aún con un Ayuntamiento tan pusilánime como el nuestro, incapaz de negociar con los responsables de los casetones transformadores, torretas y cables da alta tensión, así como de las antenas de telefonía móvil repartidos por el casco urbano de nuestra ciudad, para que alejen o erradiquen el peligro que la contaminación electromagnética ejerce sobre sus inocentes y desamparados convecinos. Tampoco sirve de mucho el que recibamos un canon anual del cinco al diez por ciento de la recaudación que esta empresa haga, porque todos sabemos que jamás irá destinado “a obras concretas con el ciclo del agua”, sino a cubrir sus propios gastos. Y más aquí, en una ciudad que se permite la licencia de tener tres liberados, millonariamente pagados. De igual modo, al no ser el Ayuntamiento quien nos cobre los recibos (con bastante adelanto, por cierto), pudiera ocurrir que se las viera y se las deseara para poder pagarles el sueldo a sus propios empleados. Así que, señores gobernantes, esta privatización del agua aprobada por ustedes, medio a escondidas, el pasado 24 de febrero, no es sino pan para hoy y hambre para mañana. ¡Al tiempo!