miércoles, 29 de julio de 2015

Nunca aprenderé.

Señores del Equipo de Gobierno, esta fotografía es ignominiosa para mí.

    Después de casi medio siglo defendiendo causas ajenas, aún sigo, ingenuo de mí, esperando que alguien me lo agradezca. Y no es, en modo alguno, que espere presentes, privilegios o prebendas... ¡Solo espero justicia! Mas parece ser que algo tan natural, reparador y barato como eso, me será negado de por vida. En el Pleno Extraordinario celebrado el pasado 13 de Julio, después de hacerles las fotos a los miembros de la nueva corporación, me apoyé en la pared del Ayuntamiento que da a la Plaza de España, para observar el desarrollo del Pleno más cómodo. Era el primer Pleno de la nueva corporación, y, como era de esperar, el público, aunque no debe, no paraba de aprobar y desaprobar entre murmullos lo que unos y otros decían, mientras la madre de un concejal de la oposición, con visibles gestos de enfado, no paraba de mandarlos callar. Cuando el nuevo alcalde dijo: “Una vez votado el último punto del orden del día, doy por levantada la sesión”, como la exalcaldesa no había parado de decir que le habían robado la alcaldía, y que quería llevar delegaciones importantes, como Cultura, Hacienda…, y formar parte de la Junta de Gobierno Local, yo le espeté: “¡A cuántos has tenido tú en estos catorce años!” “¡A cuántos, si no les dejabas ni hablar!” Entonces, la madre del concejal, totalmente fuera de sí, me dijo que yo no podía hablar. El público que había a su alrededor le hizo saber que el Pleno había terminado, y que por tanto ya se podía hablar. Entonces ella se volvió hacia mí, y me dijo: “¡Ahora puedes hablar!” Yo, sorprendidísimo, intenté -pongo intenté, porque no me dio tiempo a terminar- preguntarle “quién era ella para decirme cuándo puedo o no puedo hablar”, y, sin terminar, como ya os he dicho, su hijo se abalanzó sobre mí como un animal, gritándome con un puño en alto: “¡No te metas con mi madre que te aplasto la cabeza!” Yo le dije que tenía que dimitir en al acto, ya que es concejal y estando en el Ayuntamiento me había amenazado, lo que provocó un gran revuelo en el salón consistorial. La cuestión es que sus compañeros se lo llevaron a él, y parte del público a mí. Y, según pude ver el día siguiente en un periódico digital, allí no pasó nada de nada, ya que su director, lejos de interesarse por mí, o brindarse a ayudarme porque lo había visto y oído todo, o simplemente pasarme la mano por el hombro en señal de solidaridad y/o respeto, esperó a que me fuera del Ayuntamiento, y los mandó posar para la foto de familia. Cosa que, sorprendentemente para mí, consiguió. Cuando dicho director hizo su crónica, la terminó del  siguiente modo: “Al término de la sesión el alcalde y los demás corporativos han felicitado al  edil popular Álvaro Azofra que hoy ha recibido la noticia de que será nuevo diputado del Parlamento riojano, e igualmente  un najerino, representante de un medio digital, se ha enzarzado en una discusión con un concejal de la oposición y el tema no ha pasado a mayores”.- O sea, que yo me había enzarzado en una discusión con el animal que me atacó. ¡Y todos -gobierno y oposición- tan tranquilos! Hoy, ingenuamente también, esperaba que el Equipo de Gobierno reprobara públicamente la actitud del concejal de la oposición. Pero, como ocurre siempre en esta indolente e ingrata ciudad, gobierne quien gobierne, ha ganado él, y he perdido yo.