sábado, 2 de julio de 2016

A vueltas con las Vueltas.


“Como Najerino.Pase vergüenza.
Si seguimos así. Nos vamos a cargar las vueltas.Este año dando las vueltas vi mucho gamberro.Gente con litronas y la vasos de cerveza,mientras están dando las vueltas. Mucha gente de Nájera, no se quiso meter a dar las vueltas.Esto no es dar las vueltas.Si seguimos a si llegara un momento en que esto en vez de vueltas,sera todo menos vueltas.Las vueltas es otra cosa.Las vueltas es pasarselo bien.En esta ciudad todo el mundo es bienvenido.Pero si van a venir a reventar las vueltas.Mejor que se queden en su casa.Esta gente no interesa.Para estas personas hay muchos sitios donde se podían divertir,sin molestar a nadie. Luego,no digamos del espectáculo que dan,ensuciando la calle con sus pises.Pero lo que mas me preocupa es ver a gente tan joven.En coma etílico.En esta vida siempre se pone uno alegre.Pero.Si esto es el futuro de esta generación.Que Dios nos coja confesados.
Una ultima cosa.Ya se que es su trabajo.Por que para eso se les paga.Pero gracias a los de la brigada de limpieza.Por dejar la ribera como los chorros del oro.Un 10.”
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    Acabo de recibir este comentario sobre las Vueltas de este año, y ya estoy harto. Soslayando el deleznable hecho de querer fusilar públicamente a la juventud de ahora -para un mayor, que alguien sea joven es una ironía-, quiero centrar esta entrada en cómo eran los sanjuanes en mi juventud. Se almorzaba mucho antes que ahora, para llegar al quiosco antes de que el señor Quico diera los tres golpes de bombo: “Pon, pon, pon”, y dar enteritas las Vueltas. Las cuadrillas solían ser numerosas, y había algunas -no pienso citar sus nombres- que se comportaban como auténticas bestias. Tanto es así, que la Peña Malpica, perteneciente al Club Juvenil Malpica, tuvo que estar varios años vigilando que no se hicieran aquellas salvajes presas. Algunos de los Músicos que quedan -muchos de los de entonces ya se han muerto- pueden deciros lo putas que las pasaban en la Calle Mayor con una de estas cuadrillas. ¡Ni siquiera mi bien amado padre, sanjuanero hasta la médula, podía con ella! Y para no extenderme en demasía, decirles a todos estos detractores de pacotilla, que en el año setenta, teniendo yo quince años, mi Celineta del alma -¡cuánto te echo de menos!- se metió a dar una Vuelta conmigo, estando embarazada de mi hermana pequeña, y un componente de las citadas cuadrillas, ¡despreciable donde los haya!, después de darle un hostión terrible en la tripa, me espetó con chulería: “¡Que no se meta!” Así que dejad ya de decir chorradas, porque en toda época ha habido comportamientos incívicos en las Vueltas.