lunes, 20 de marzo de 2017

Los angelitos de Doña Tere.

¿Alguien conoce a estos angelitos?

18 comentarios:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

“El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”. -Pablo Neruda-

Josean dijo...

El que está entre Gerardo Ortega y Untoria ,me suena la cara,pero no me acuerdo, y el que está entre Monterrubio y yo , tampoco.

Jose dijo...

¿El segundo empezando por la izquierda de los sentados eres tu?

lereloan dijo...

Las ostias q me dio doña Tere todavia me duelen después de 55 años.

SEVE GARCIA ALARCIA dijo...

MORGÓN.....pobre D.TERE CON TANTO "ANGELITO"

Eusebio Hervías del Campo dijo...

¡SÍ SEÑOR!
Tiene cojones la cosa. Toda mi infancia con pantalones cortos, y aparezco con pantalón largo en esta fotografía. Un abrazo, Jose.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

LEE ESTO, LERELOAN.
De tocas y hostias.
Los primeros recuerdos que de párvulo conservo, están íntimamente ligados a las tocas de las monjas, y a las hostias de Doña Tere, además de a los trocitos de queso y a la reconstituyente leche en polvo que cada mañana me servía mi querida y recordada “Esme”, en aquellos redondos e inolvidables vasos de dúrales. Desconozco por qué fue así, pero lo cierto es que mi primera gran aventura la viví en el colegio de las monjas -antes se llamaban todos así: el de las monjas, el de los frailes y el de los maestros- y, por increíble que parezca, de lo único que me acuerdo es del nombre de la que fue mi maestra: Sor Visitación; de las tocas tan raras que llevaban en la cabeza; de las temibles tijeras que pendían del cordel que llevaban atado a la cintura de sus hábitos, y de los trocitos de queso que en grandes bandejas repartían entre nosotros todas las tardes, al terminar la clase, en el portal de la Calle Cantarranas, por donde actualmente se sube a la Residencia de ancianos. Cuando os decía que desconozco por qué fue así, me refería simple y llanamente a que, salvo aquel curso, todos los demás los pasé en los maestros, donde fui a parar a las manos de Doña Tere, la mujer que más hostias me ha dado en lo que llevo de vida y, a buen seguro, de las que pudieran darme aún viviendo dos mil años. Aparte de las que nos daba a todos los parvulitos durante la clase -que eran muchísimas-, yo me llevaba también las de por las mañanas, cuando, después de tomarme el vaso de leche en polvo -decían que nos los mandaban los americanos para matarnos el hambre-, me dirigía a ella sin saber pronunciar la ñ. Ejemplo: “Buenos días, Donia Tere”. ¡¡Zasss!! Hostión que te crió. “Vuelve a entrar”, espetaba. Y yo, inocente de mí, por lo bajinis me decía: “¡Pero qué coño has dicho, Usebín, para que esta mujer te reciba de este modo!” Y, completamente acojonado, volvía a repetir la operación: “Buenos días, Donia Tere”. ¡¡Zasss!! Otro hostión, para ir entrando en calor. Y así hasta que se le cansaba la mano y comenzábamos a cantar las letras del catón. Después, cuando salíamos al recreo, en lugar de jugar a algún juego liviano, nos dedicábamos a celebrar torneos, montándonos unos encima de otros, a modo de rejoneadores, cuando apenas teníamos edad para sujetarnos, hasta que, a empujón limpio, terminábamos todos por el suelo sin redaños. Cuando Don Emilio tocaba el silbato para anunciarnos a grandes y a pequeños que el recreo había terminado, a los parvulitos se nos cambiaba el color y entrábamos de nuevo a clase literalmente cagados de miedo, ante la certidumbre de que, fuese por la razón que fuere, muchos de nosotros terminaríamos con los dedos de Doña Tere, en nuestras inocentes caras marcados”.

Carmen Guinea dijo...

Use, yo también fui con Sor Visitación y estoy segura que coincidimos en aquella clase única, las tocas de la mojas, me impresionaban de igual forma que a ti y mas, cuando subían o bajaban por aquella escalera estrecha que comunicaba con la planta de arriba, todas las monjas iban ladeadas, supongo que para no estropearlas, eran impresionantes. De Doña Tere, gracias a Dios no tuve la desgracia de tenerla como maestra, era el coco en persona y lo llevaba escrito en la cara, pero todos los niños lo sabíamos, nuestros padres nos amenazaban con ello cuando no portábamos mal. Leyendas urbanas o no, tenia cara de "mala hostia", con perdón, de verdad, yo así lo creo y eso que como digo, no crucé con ella ni una palabra en mi vida, gracias a Dios de nuevo.

lereloan dijo...

Yo también pasé por Sor Visitacion, Sor Rosario y el Padre Nalda hasta q llegué a Doña Tere y Doña Aurora q me prepatararon para eximinarme en Logroño de ingreso de bachiller. Me acuerdo perfectamente de la leche en polvo y del queso de los americanos y de las tijeras, que no sé para q las usaban. Pero del año con Doña Tere no se me olvidará en mi vida.

lereloan dijo...

http://www.serrablo.org/revista/110/maestros-en-sobrepuerto

Anónimo dijo...

Pues por mi parte viniendo de las monjas a los frailes, siempre que oigo que doña Tere repartia leña, me sonreia, porque leña leña de verdad, repartian 3 profes de los que a mi me tocaron, por orden de reparto: el núm. 1 el padre Luis que daba clase a los mayores (Igual de zurda que de derecha); la número 2 doña Aurelia y su cepillo volador (estos dos primeros raro era el día que no diesen caña a algún alumno), y el número 3 (aunque a decir verdad en no muchas ocasiones, pero cuando tocaba era..) el padre Nalda, que sin embargo la mayoria del tiempo era un bendito; por ultimo recordar al padre Pedro que como daba a los pequeños apenas recuerdo castigos.
Como anecdota, recuerdo que ya en el insti unos compañeros (calculo que de 12 o 13 años y ya se consideraban muchachotes) entraron en Santa Maria y prepararon alguna trastada, les cazaron de manera que salieron por la puerta que les esperaba y creo que todavia se acuerdan del reparto que les obsequio el Padre Luis que por cierto sino recuerdo mal el cierre definitivo del Ajam fue después de que una tarde saliese corriendo con la sotana remangada desde los locales a por un compañero por una gamberrada y creo que lo pillo (no digo quien era pero lo tengo grabado en la memoria como si fuera hoy mismo). Sin embargo, para terminar, de las monjas reuerdo los castigos por hablar (tapando la boca con papel de chapear, o a los zurdos atarles la mano, etc..)

Carlos dijo...

Yo igualmente pase por Dña. Luchi, Dña. Tere, D. Domingo, D. Segundo, D. Valentín, etc. en las escuelas nacionales y D. Segundo me mandó a hostias a "los frailes", P. Nalda, P. Pedro, Fray Joaquín y el "Padre Lambreta", este en alguna sustitución diré que las hostias eran parecidas, pero bueno era lo que había para bien o para mal. No le demos mas vueltas después de casi 55 años. Al final volví a caer con Dña. Tere con 12 años más o menos dando clases particulares donde tenía la academia donde "La Curra", y alguna vez con su marido D. Marcos (abogado), me acojonaba cuando íbamos a su casa a ese despacho siniestro lleno de libros de leyes supongo y una máquina de escribir negra "underword", o algo parecido creo se llamaba y nos hacía escribir en la misma con los cinco dedos de cada mano bajo su mirada que insisto acojonaba. Sin cumplir los 14 años me colocó en una empresa a ratos por las tardes, como a tantos otros alumnos y hasta nos pagaban algo que era muy bien recibido en casa e igualmente también teníamos para algún que otro pequeño "vicio", tabaco, cine, sanitex, etc., no había más. Me olvido, la leche en polvo me la tomaba a la fuerza, el queso de estos jodidos americanos, nunca lo soporté. Use perdona por la extensión del comentario. Saludos

Eusebio Hervías del Campo dijo...

CANCIÓN ÚLTIMA.
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

Miguel Hernández.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

HAY OCHO QUE NO RECONOZCO.
Josean, salao. Por más que miro la fotografía, hay ocho compañeros nuestros a los que no reconozco. ¿Puedes decirme tú quiénes son? Yo reconozco perfectamente a Alberto Fontecha, a Javi “Trus”, a Daniel Ballesteros, a José Luis Sáez Alonso, a Gerardo Ortega Vega +, a Javi Untoria, a Victoriano Fontecha, a Antonio Canal, a Julio Aranzubía, A Javier Monterrubio, a Emilio González +, a ti, y, por supuesto, a mí. Como puedes ver, me faltan ocho para completar la foto.

Anónimo dijo...

Julio Jimenez, Yecora el del Mercao

Josean dijo...

Creo que son Garibay,javi el pobre,Miguel Angel garcía, Julio Jiménez, javiminguez,cañardo,al lado tuyo creo que es el nieto de le teria,el rubio al lado mio no lo se,y el que está entre Gerardo y Untoria tampoco.


Unknown dijo...

Eusebio me dice José que el no ha estado nunca con Doña Tere, si el de la foto el él, esta foto tiene que ser de otro lugar.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Pues si él lo dice, será verdad. Pero la fotografía es del Colegio San Fernando, y los alumnos somos de Doña Tere. Lo habré confundido yo. A mí me pareció que era él, el segundo de los cuatro que hay arriba, empezando por la parte izquierda, al lado de Daniel Ballesteros.

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