sábado, 6 de enero de 2018

La lluvia no pudo con la ilusión de niños y padres.


La incesante lluvia que cayó -y sigue cayendo- antes de iniciarse la tradicional Cabalgata de Reyes, no pudo con la ilusión de los niños y de sus padres, ya que toda la Calle Mayor y sus aledaños estuvieron a rebosar de gente. Aunque el agua viene muy bien, fue una lástima que lloviera tan copiosamente, porque ello deslució en gran medida el arduo trabajo de los organizadores de la Cabalgata de Reyes, que este año tenía otros muchos alicientes. Fue una pena no poder ver detenidamente a las patinadoras, a los transportadores de carbón, a los romanos, a la Coral Najerense… haciendo la Cabalgata mucho más grande. No obstante, he de decir que, además de que la lluvia que cayó -y sigue cayendo- es oro para nuestro campo, nuestros pantanos y nuestro aire, estuvieron repletos de gente todos los restaurantes y bares. Tanto es así, que muchos najerinos nos vimos obligados a ir a cenar a nuestras casas, porque no había ni una mesa en la que sentarse. Al margen de polémicas, los najerinos demostraron, una vez más, que ciertas tradiciones no puede cargárselas nadie.