jueves, 15 de febrero de 2018

Las alegrías de no dragar el río.


Quizás fue por desidia. Por hacer mal las cosas. Por olvido. Pero quiso la casualidad, que hayamos estado cuatro años sin dragar el río. Y gracias a eso, hoy podemos presumir de tener un río vivo. En ningún pueblo de España tienen la riqueza faunística que tenemos nosotros en nuestro río. En los últimos meses, sin movernos del centro, hemos podido disfrutar a diario viendo patos, ratas de agua, garzas, garcetas, mirlos acuáticos, cormoranes, visones -europeos y americanos-, nutrias… y al martín pescador, que todos creíamos extinguido. ¡Ojalá podamos seguir disfrutando un montón de años más de tan sublime espectáculo, ya sea por desidia, por defecto de forma o por olvido!